lunes, 14 de enero de 2008

En la selva de la maldad - Pilar Rahola : La Vanguardia. Barcelona


Cena en el paraíso. La casa en la laguna de la familia Cohen, en Punta del Este, no facilita la trascendencia. La naturaleza bella relaja los sentidos y dificulta la tensión que toda conversación seria exige, y así nos encontramos intentando escapar de la bondad del lugar, para poder lidiar con las noticias.



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Dicen que el niño encontrado en un orfanato de Bogotá podría ser el hijo de Clara Rojas, una de las secuestradas más emblemáticas de las FARC colombianas. La historia es tan rocambolesca como cruel, y sólo es comprensible enmarcada en esta locura global que es el terrorismo colombiano. Después de una farsa tétrica sobre una liberación abortada, el juego macabro continúa en un orfanato donde al parecer fue entregado el hijo que la ex candidata a la vicepresidencia de Colombia tuvo con uno de los terroristas, hace tres años. Ni que sea para situar, en su justo lugar, el drama de esta mujer, recordemos algunos datos.



Clara Rojas dirigía la campaña de Ingrid Betancourt cuando ambas fueron secuestradas, hace seis años. Tenía 45 años, era soltera, y sentía una lealtad profunda por su amiga Betancourt. Cuando le ofrecieron marcharse, ella decidió mantenerse al lado de Ingrid.



Hace tres años tuvo un hijo en la selva, y desde entonces sólo puede verlo cuando las FARC se lo permiten. Dicen que la mujer grita de dolor, llamando a su hijo. En marzo del 2006, Tirofijo -jefe de las FARC- declaró: "El bebé es mitad de nosotros y mitad de ella". Hoy, ese niño llamado Emmanuel podría ser el pequeño que el Gobierno colombiano ha encontrado en un orfanato. El ADN tipifica como muy alta esa probabilidad. La extorsión de las FARC, pues, y nuevamente, se sitúa en el plano más terrible de dolor, allí donde madres e hijos se quiebran hasta el delirio, en una escalada de maldad que resulta inimaginable.



En nuestra cena en Punta del Este, el amigo y prestigioso periodista Andrés Oppenheimer comenta lo terrible que resulta, para gente con sensibilidad progresista como la nuestra, ver cómo alguna izquierda delirante considera que las FARC son un referente. No se trata de Hugo Chávez, cuya capacidad para extorsionar a gobiernos democráticos, jugar al diablo con grupos terroristas y mantener en tensión a toda la región llega a límites insospechados. Chávez es tan burdo que se delata sin necesidad de ninguna elaboración intelectual. Chávez es una pesada y pesante obviedad.



Pero más allá del populismo fascistoide de Chávez, muchos son los intelectuales y líderes sudamericanos que mantienen una calculada ambigüedad cuando hablan de las FARC, y en la prensa de la zona la palabra terrorismo escasea tanto como abunda la épica guerrillera.



En algunos casos, se trata de pura corrección política,en muchos otros, de una cierta nostalgia por el fenómeno. Lo más terrible es que las FARC han cometido todas las violaciones imaginables, han secuestrado niños, han arrasado poblados, son los garantes del narcotráfico colombiano, mantienen a centenares de personas secuestradas durante años, comercian con su dolor, y hasta llegan a la maldad suprema de torturar el sentimiento de una madre.



Y, sin embargo, los mismos que saben que ETA es un grupo terrorista aún no saben que las FARC son -más allá del yihadismo islámico- el terrorismo más violento y malvado que actúa en el mundo. En este sentido, la opereta de Chávez montando una especie de liberación de rehenes, con la ayuda incomprensible de un Kirchner que aún no sabe si su alma es de izquierda razonable o de izquierda delirante ("la izquierda carnívora, o la vegetariana", que diría Vargas Llosa), ha sido el spot publicitario planetario más eficaz que las FARC han conseguido en décadas.



Jugar con el dolor da dividendos al terrorismo. Lo que ha tenido que aguantar Uribe, el presidente democrático de un país que, a pesar de estar hipotecado por la violencia, mantiene sólidamente su democracia, en boca de su vecino venezolano tendría que estudiarse en las aulas serias de la política comparada. El premio Nobel Elie Wiesel dijo, cuando salió de Auschwitz, que el mal existía, y él lo había visto. Clara Rojas también lo ha visto. Habita en la selva colombiana.



(Reproducido con autorización de la autora).